El investigador Roger De Lafforest, en su libro “Casas que Matan”, editorial Martínez-Roca, nos devela este fenómeno muy interesante y lo explica así:
“La memoria de las paredes”
“Cada objeto puede llevar su historia escrita invisiblemente en torno suyo.” Papus
“¡Ni que las paredes fuesen esponjas! Están empapadas, impregnadas de todas las manifestaciones de vida que presencian como testigos impasibles en apariencia. Ningún calor humano les pasa por alto, ningún ruido, palabra, novedad, carácter, lágrima, sudor, olor (ya sea de cocina o de coquetería), murmullo amoroso o grito de odio escapa a su recuerdo. Conservan la huella de todos los acontecimientos, de todas las escenas y espectáculos que han presenciado.
Las alegrías, los sufrimientos, los sentimientos e incluso los pensamientos humanos crean, en el interior de una casa, de una vivienda, un ambiente vibratorio compuesto de innumerables micro vibraciones (tanto de ondas concretas como abstractas) que atraviesan el decorado inerte de la existencia cotidiana, dejando cicatrices tanto más profundas cuanto más violento y reiterado ha sido el impacto.
Esta memoria de las paredes no se limita sólo a registrar y conservar imágenes, impresiones... También es capaz, después de un extraño proceso de incorporación de restituir los recuerdos acumulados bajo la forma de radiaciones que influirán -benéfica o maléficamente, según sea la materia prima del recuerdo en los sucesivos habitantes de la casa.
Es en la perspectiva de una tal acepción como deben considerarse expresiones del género "casa benéfica" o "casa maléfica". Una vivienda en la que sólo se hayan producido acontecimientos felices exhalará efluvios benéficos que favorecerán la dicha de sus ocupantes. Por el contrario, la herencia del pasado contagiará de infortunios el presente, si las paredes recuerdan, pongamos por caso, "el suicidio de tío Adalberto" o "el largo calvario del abuelo que murió de cáncer" ...
iPero podría haber paredes amnésicas! Sería sumamente tranquilizador.
Por desgracia, la reverberación del pasado sobre el presente, que existe en todo y tanto en sentido propio como en sentido figurado, resulta particularmente visible, virulenta y constante en el interior de las casas. Hay que admitirlo así, y, puesto que lo sabemos, sólo nos queda el recurso de utilizar los medios adecuados para conseguir que la herencia sea inofensiva. Precisamente la descripción de tales medios es lo que nos ocupará en las páginas siguientes.
Las paredes cumplen, en cierto modo, la función de acumuladores de las ondas transmitidas a través de las micro vibraciones del ambiente. Estos acumuladores realmente insólitos se cargan y descargan mediante oscilaciones incesantes; son como cambiadores perpetuos. Además, poseen una particularidad de todo punto extraordinaria: una vez cargados, jamás se agotan y pueden emitir indefinidamente su energía, sin vaciarse.
Por consiguiente, la irradiación experimentada por los habitantes, ya sea benéfica o maléfica, marcará definitivamente al hábitat. Ni el tiempo ni el uso lograrán, en lo sucesivo, borrar esta calidad.
Cuando se trata de un perjuicio, el único modo de acabar con él sería derruir la casa por completo, no dejar piedra sobre piedra. (Pese a todo, nada garantiza que cada piedra no tenga una memoria individual y que sea por sí misma maléfica y contagiosa.) Pero, derruir las paredes para hacerles perder la memoria es, en cierto modo, como cortar la cabeza aun hombre para hacerle olvidar sus malos recuerdos.
Afortunadamente hay otros remedios, más suaves, que pueden utilizarse con provecho cuando lo que se pretende conseguir es una neutralización temporal.
Remanencias
Sabemos que el maleficio tiene su origen, con frecuencia, en la memoria de las paredes. Pero conviene añadir una precisión a este respecto: la memoria de las paredes también registra, a veces, otras cosas distintas de los acontecimientos vividos. Por ejemplo: la malevolencia, la indiferencia o la ignorancia nos llevan, en ocasiones, a ofrecerles carroñas cuyas remanencias las emponzoñarán para siempre.
Esta razón hace altamente desaconsejables los emplazamientos de antiguos mataderos o cementerios para construir en ellos viviendas. La descomposición de los cadáveres, animales o humanos, impregna siempre la tierra de miasmas tan sutiles como duraderos, tan invisibles como venenosos, que son incompatibles con la seguridad doméstica.
A veces los cadáveres actúan como soporte mágico para maldiciones más precisas y más deliberadas. En estos casos la memoria "local" es violada en cierto modo por la presencia en la casa (impuesta a espaldas de todos) de un objeto o una carroña maléficamente cargadas, ex profeso, para dañar a los habitantes: puede ser el cadáver de un perro, de un gato, de un ave o incluso de un niño nacido muerto, al que un mago haya impregnado de radiaciones nocivas y que haya sido enterrado secretamente en el sótano o bajo el umbral de la puerta.
Las ondas maléficas también pueden ser exclusivamente abstractas; así, por ejemplo, aquellas que perjudicarán a toda casa construida en el lugar que ocupara una prisión, un campo de concentración o cualquier otro donde un gran número de seres humanos privados de libertad sufrieron y perdieron toda esperanza. Los efluvios afectivos, la bruma sentimental que emana de tales infiernos abandonados, de tales antiguas ciénagas del dolor, son capaces de perturbar gravemente el clima moral de quienes se instalen en ellos posteriormente.
Concluyendo, puede afirmarse que, en todos los casos a que acabamos de referimos, la enfermedad, el infortunio y la desgracia se cebarán en todas las familias que, sin tomar ninguna precaución previa, cometan la imprudencia de instalarse en dichos lugares...
Falsos fantasmas
...Los fantasmas que habitan determinadas casas son, en realidad, una proyección de los recuerdos registrados por la memoria de las paredes. Aquellos testigos de buena fe que los han visto no han tenido, en modo alguno, relaciones inquietantes con seres que han regresado del más allá; sólo han asistido a la proyección de un film cuya acción real se desarrolló antaño en el mismo decorado donde ahora están ellos, viéndolo. esta es, por lo demás, la explicación de la querencia exclusiva, de la fidelidad de los fantasmas a un mismo lugar: un fantasma nunca sale de casa, nunca es sorprendido en la calle, nunca come en un restaurante. Los fantasmas no pueden aparecerse más que en su decorado originario, en el espacio limitado por la calle y el jardín, en el escenario de su teatro particular.
¿Puede, semejante film, cuando es proyectado regularmente en una casa, perturbar el ambiente vibratorio de un hogar normal? Personalmente, no lo creo. En todo caso, sus efectos no tienen punto de comparación con los de la agresividad violenta de las ondas nocivas, abstractas o concretas, que atacan en profundidad la morfología, la sensibilidad y la mentalidad del individuo...
...Es conveniente no confundir fantasmas con apariciones. Los primeros no son más que imágenes móviles. Las segundas son una realidad: existen independientemente de cualquier recuerdo, de cualquier pasado, de cualquier decorado. Tanto si proceden de Dios como del Diablo, son capaces de trastornar el ambiente de la casa donde se manifiestan y de modificar el destino de quienes la habitan.
Afortunadamente, estas apariciones son bastante raras. Las casas que gozan de su presencia no son ni más ni menos que "santuarios", al igual que aquellos cuyas características hemos estudiado en un capítulo precedente...”
Espero que no te asustes esta noche con lo que Roger De Lafforest acaba de contarnos!
Otro fenómeno igualmente inquietante y que puede ser asociado con fantasmas, ya sean éstos proyecciones de recuerdos del lugar, apariciones reales de seres humanos espirituales fallecidos, u otra clase de entidad espiritual, es el hecho de los conocidos “Viajes Astrales”.
Consultas
Puedes consultar con Gabriel Rodríguez sobre Autodefensa Energética.
Lo encontrarás por Chat Privado como Administrador del Grupo de Facebook "Viajera Astral".
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